8/4/09

Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Cuna de una reina

Entre abrir y cerrar los ojos apenas hay diferencia si lo que hacemos es imaginar a una pequeña princesita juguetear en esta angosta plaza, adornada con cruz y fuente de piedra, flanqueada por el Real Hospital y velada por la torre de la puerta de Peñaranda. Pero la plaza de Isabel la Católica, en Madrigal de las Altas Torres, guarda más que recuerdos de infancia. En uno de sus extremos se abren las puertas del monasterio de Nuestra Señora de Gracia, donde catorce monjas agustinas comparten el lugar donde la reina de Castilla nació y dio sus primeros pasos.

Los avatares de la historia han llevado a este lugar a ser cuna real y albergue de estas religiosas, que lidian entre la magnificencia artística que esconden sus paredes y la austeridad propia de esta orden contemplativa. Algunas de ellas, como sor Pilar, llevan más de cuarenta años aquí y la clausura ha conseguido impregnar las paredes del claustro de cientos de sonrisas y de conocimientos que, como libros en una gran biblioteca, se tienen que ir a buscar a este lugar.

Apuntes históricos
“De aquí salieron las medidas de antes, las fanegas, los celemines…”, cuenta sor Pilar, guía de viajeros, siempre que el quehacer diario se lo permite. A través de ella se descubre un pedazo de la historia de España. Esas medidas se aprobaron definitivamente –aunque ya se utilizaban- en Cortes convocadas por Juan II en este mismo palacio, en 1438. En otra ocasión, ya en 1476, se reunieron Cortes en Madrigal y se aprobó
la constitución de la Santa Hermandad, “la policía de aquel tiempo”. “Fueron las primeras Cortes del reinado de los Reyes Católicos”, tras su casamiento en 1474.

Aquí Juan II vivió con su primera esposa, María de Aragón, y pasó los primeros años con la segunda, Isabel de Portugal, con la que se casó en la iglesia madrigaleña de San Nicolás de Bari –donde, por cierto, fue bautizada la pequeña infanta-.

El 22 de abril de 1451 nació la que años después fuera Isabel I de Castilla, tras una guerra de poder mantenida con su hermanastro Enrique IV. El palacio pasó a ser convento de agustinas en 1527, después de que el emperador Carlos V donara este inmueble y sus aledaños a su hija natural María de Aragón, superiora de la congregación madrigaleña.

Uno de los momentos más duros a los que ha sobrevivido el palacio fue el incendio que tuvo lugar en 1611 y que arrasó la iglesia de Santa María de Gracia y todo su interior. Incluso el órgano antiguo se quemó, y el que hoy día se puede ver data del siglo XVIII. Tampoco se libraron del asedio de los franceses ni de la desamortización. Lo que ha salvado este monumento secular es la filosofía de las agustinas: “respeto al lugar y cuidados especiales”.

Silencio y esplendor
Entrar en el claustro es vivir el recogimiento de las monjas que lo habitan. Data de principios del siglo XV y cuenta con dos cuerpos, el primero con arcos de medio punto y el segundo, más bajo, rematado con arcos escarzanos.

La sala de Cortes se cubre con un artesonado de estilo mudéjar. En 1438 se reunieron Cortes en esta discreta sala que ahora guarda lienzos y pinturas de gran importancia, incluida una pequeña y bella figura de la Inmaculada, de la escuela de Alonso Cano.


El convento cuenta con una iglesia abierta a todos los madrigaleños. Bajo la advocación de Santa María de Gracia, preside el retablo mayor un conjunto que representa la Anunciación. 

Dependencias regias
Se accede a las dependencias reales por una preciosa escalera de piedra, hasta llegar a la segunda planta del palacio. Pequeñas salas, restauradas en varias ocasiones a lo largo de los siglos, acogen hoy numerosos lienzos y tallas escultóricas coronan todos los rincones, hasta llegar a una minúscula alcoba donde se dice que nació la reina Isabel. Su sencillez desconcierta y emociona.

Desde aquí, el resto de las dependencias pertenecen a la vida cotidiana y privada del monasterio y están reservados a la clausura. Aun así, con este recorrido nos vale para dejar viajar la imaginación por las raíces de nuestro pasado.


Extracto del reportaje publicado en la revista Ávila Digital (papel. Nº 64)

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